Crónica escrita por nuestro compañero Ángel Fernández:
El sábado 18 de noviembre realizamos una de esas rutas clásicas de la provincia de Málaga: subida al Torrecilla desde Quejigales. Deseábamos celebrar con una actividad de grupo el 50 aniversario del nacimiento de nuestro club de montaña: Grupo Alpino Malagueño Pinsapo, hoy Grupo Alpino Pinsapo, integrado en la Sociedad Excursionista de Málaga.
El día invitaba al senderismo, despejado, con una temperatura excelente y un gran ambiente entre los asistentes. Rencuentros, abrazos, animada charla… y allá que comenzamos por el sendero balizado de Quejigales al Torrecilla por la Cañada del Cuerno. Una primera subida, ésta de la Cañada del Cuerno, constante, sin descansos, con un sendero bien marcado, exento de dificultad técnica. Al frente, un ritmo tranquilo; alguien pensaría que cansino, monótono. Por detrás, la conversación no cesaba, una, dos, tres… no sé la de charlas que se alternaban. Yo a lo mío, disfrutando del entorno de la cañada que, a pesar de la falta de agua, luce primorosa, con los pinsapos alzándose por doquier. La conversación no cesaba y yo pensaba: ¿pero no le falta el aire a esta gente?
Alcanzamos Pilones y se nos apareció el Torrecilla con un mar algodonoso al fondo y África que se intuía entre las nubes que cubrían el estrecho. Los esqueléticos quejigos mostraban aún sus hojas brillando amarillo pajizo. Otros, totalmente descarnados, blancos, libres de su piel, exhibían un aspecto tenebroso que alguno que otro supo fotografiar recordando a esas películas en blanco y negro de desiertos en el oeste y muertos árboles solitarios.
Breve descanso en la zona de la Virgen y última subida hasta la cima donde no faltó foto de grupo.
Comenzamos el regreso, pero esta vez por la Cañada de Las Ánimas, menos transitada, con el sendero menos limpio, pendiente menos acusada y un poco más largo. Casi todo el tiempo el recorrido discurre entre pinsapos, retorcidos por el tiempo unos, jóvenes brotando por doquier otros y muertos, con madera carcomida o figura fantasmagórica en buen número que hacían las delicias del ojo fotográfico de unos o del simple deleite de los demás. Muy evocadora esta Cañada de las Ánimas. Y las conversaciones… pues sí, no decaían.
Saliendo de la cañada entramos en zona de pinos, mostrándose hacia nuestra izquierda las paredes calizas de la sierra con los pinsapos salpicados en una imagen muy, muy pirenaica en pleno corazón de Málaga.
Ya en el aparcamiento, a recoger rápido y a celebrar con cerveza y algún platito nuestro aniversario en la venta cercana, discurso incluido que el respetable agradeció con una calurosa ovación a la llegada de las primeras raciones.
Magnífico día para disfrutar de nuestra sierra y conmemorar el cincuenta cumpleaños de nuestro club